martes, 24 de noviembre de 2009

El espíritu de inteligencia es la capacidad que Dios da a las personas para hacer lo que los demás no pueden realizar. Este don es dado para los que lo buscan y quien lo posee logra destacar en cualquier actividad que realiza.


La Biblia relata la historia de Jacob, un hombre que por mucho tiempo vivió de forma equivocada, pues hacía trampa para destacar. Sin embargo, al sufrir las consecuencias de sus actos y quedar en la miseria tuvo un encuentro con Dios y reivindicó su camino. No obstante, pese a tener la bendición de Dios, por ser nieto de Abraham e hijo de Isaac, no era inteligente.


Jacob fue a vivir en casa de Labán, su tío, y se enamoró de una de sus hijas, entonces tuvo que trabajar durante 14 años para poder tenerla. En este lapso Jacob enriqueció a Labán, pero no produjo nada para sí mismo. Esto pasa con mucha gente: hay quienes trabajan para dormir y comer. Tienen la bendición de Dios, pero la limitan porque no tienen valor de poner su negocio y trabajar para ellos; no piden inteligencia al Señor para multiplicar su salario, sólo enriquecen a otros.


Jacob se indignó por la situación y quiso irse con sus mujeres, sin embargo Labán se dispuso a pagarle un salario. “Y él dijo: ¿Qué te daré? Y respondió Jacob… Yo pasaré hoy por todo tu rebaño, poniendo aparte todas las ovejas manchadas y salpicadas de color, y todas las ovejas de color oscuro, y las manchadas y salpicadas de color entre las cabras; y esto será mi salario.” (Génesis30: 31-32)
Entonces Labán hizo trampa apartando las ovejas oscuras y mandándolo a apacentar las ovejas blancas, es decir, no tenía posibilidad de ganar nada. No obstante Jacob usó la inteligencia “Y puso las varas que había mondado delante del ganado, en los canales de los abrevaderos del agua donde venían a beber las ovejas, las cuales procreaban cuando venían a beber. Así concebían las ovejas delante de las varas; y parían borregos listados, pintados y salpicados de diversos colores… Y se enriqueció el varón muchísimo, y tuvo muchas ovejas, y siervas y siervos, y camellos y asnos.” (Génesis 30:37-42) Dios le dio a Jacob inteligencia y usó la fe. Si usted cree en la Palabra de Dios y la practica, el Espíritu Santo le dará la inteligencia necesaria para destacar entre los demás y lograr lo que se proponga.

Que Dios les bendiga.

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