lunes, 31 de agosto de 2009

domingo, 30 de agosto de 2009

sábado, 29 de agosto de 2009

jueves, 27 de agosto de 2009

Viernes 28 de Agosto Sexto Secreto para vencer el mal


Es   importante conocer a nuestro adversario, para saber la manera que actúa y de esta manera tener más herramientas para vencerlo.

::: No tema ni dude :::

::: No tema ni dude :::

Tanto Dios como los espíritus malignos trabajan a través de palabras. Por parte del Señor vienen aquellas que nos motivan a seguir adelante, a tener fe; por parte del mal, los pensamientos generadores de duda, miedo.


Frecuentemente, los espíritus malos saturan de frases negativas a la gente, a fin de hacerlas creer que Dios no atenderá sus oraciones, que no merecen, que sus pecados son muy graves y no tienen perdón. Sólo teniendo un encuentro con Dios esas voces dejan de surtir efecto.


Dios fortalece la fe de una persona cuando entra en su vida: una fe independiente de las circunstancias. Aunque todo indicara fracaso, quien realmente encontró a Dios, tiene paz interna y está seguro del cumplimiento de las promesas divinas. No abandona sus ilusiones.


Es cierto, todos pecamos y no hay alguien merecedor de ser atendido por Dios, pero a través del Señor Jesucristo, quien dio su vida para lavarnos del pecado, cuando hay un arrepentimiento sincero, podemos acercarnos a Dios y ser atendidos por Él.


“… teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades (…) Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hebreos 4:14-16)


El apóstol dice que al acercarnos a Dios, debemos hacerlo con confianza, es decir, sin miedo o duda. Dios jamás atenderá una oración midiendo los méritos. Obviamente es necesario caminar de acuerdo a los mandatos divinos; pero para responder una oración, el Señor observa la fe.


La Biblia menciona a Jesucristo como nuestro Sumo Sacerdote, porque el sumo sacerdote era quien iba a la presencia de Dios para ofrecer sacrificios a favor del pueblo. Con la muerte y resurrección del Señor Jesús, Él, siendo Dios, se ofreció en sacrificio para perdón de pecados; siempre está con Dios Padre y aboga por nosotros. Por eso podemos confiar: Dios escuchará nuestras oraciones.

 

Que Dios les bendiga.